martes, 10 de febrero de 2009

LA OPCIÓN DEL BEATO JOSÉ ALLAMANO POR LOS AFRODESCENDIENTES.

Al estilo de nuestro hermano P. Ezzio Roatino imc, quien es conocido por su visión profética ante los acontecimientos históricos, me hice la pregunta en estos días sobre la incidencia de los Misioneros de la Consolata en el mundo de los afrodescendientes, al menos en nuestra región. Este razonamiento de un joven africano en las tierras latinoamericanas y envuelto en el mundo de los afrodescendientes me llevaba al atrevimiento de preguntarme ¿Qué haría el Beato José Allamano hoy si estuviera en Cali, María la baja, Bogotá, Pasacaballos o en Boca chica donde los descendientes de los africanos se encuentran bajo el cuidado de los hijos y las hijas de la Consolata?

El nacimiento del Beato José Allamano el 21/ 01/ 1851 coincide con un hecho histórico para el pueblo afrocolombiano quienes desde este mismo año inician un nuevo capítulo de su vida en diáspora. Se trata del día 21/ 05/ 1851 cuando el Presidente José Hilario López decretó la libertad definitiva de los esclavos en Colombia, continuando la tesis abolicionista de su antecesor José Félix de Restrepo, quien en 1812 decretó la libertad de vientres. Como agente de la pastoral afro, sería de mal gusto no aprovechar de esta coincidencia de acontecimientos para hacer una reflexión que de pronto cobraría su sentido en el aquí y el ahora de nuestro presente histórico.
Nace un misionero y con él nace el camino a la libertad para este pueblo tan particular. 158 años después de estos dos amaneceres, ni el carisma misionero de Allamano se ha apagado y tampoco se ha llegado a la supuesta libertad plena de los afrocolombianos decretada en el mismo año de su nacimiento. Mientras que el carisma de los Misioneros de la Consolata prende en Italia y la llama se extiende hacía el África para después encontrar su camino hacia

Ámerica latina, el grito de los pueblos afrocolombianos extiende su mano en busca de un carisma con conciencia afro que les conduzca a la libertad plena-la consolación. De hecho, este es el pueblo que acoge a los primeros Misioneros de la Consolata en Colombia desde el puerto de Buenaventura el día 12 de diciembre del año 1947 “Fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe- la Virgen Morena.”¿Qué dicha la nuestra, haber tenido al África como primera morada de nuestro carisma? Al tener África como su primer amor, nuestro carisma adquiere la conciencia afro- una sensibilidad misionera ante el mundo de las comunidades negras. Así pues, al estrenarse nuestro carisma en los países africanos, el espíritu de nuestro Instituto se enriquece y adquiere una conciencia muy particular ante el pluralismo cultural que le ha permitido descubrir entre los afros un desafío misionero y un llamado fuerte a evangelizar desde las culturas.

Gracias a la nueva lectura de “Misión Ad Gentes” que los Misioneros de la Consolata llegan a considerar la situación precaria de los afroamericanos como un campo de misión. Una verdadera “Misión Ad gentes” entre una población minorizada étnica y humanamente a lo largo de la historia. Es a este nuevo aerópago tan particular que estamos invitados a cumplir el sueño del beato José Allamano quién hizo la opción por el África, no como un lugar geográfico sino por la situación precaria de los africanos que se asemeja mucho a la de los africanos esclavizados en las Américas.

Cuando él hablaba sobre la evangelización de los pueblos, Allamano enfatizaba mucho sobre la necesidad de que los misioneros tuvieran un interés especial por las culturas. Es indudable la grandeza de su corazón ante el conocimiento de las otras culturas y sobre todo por las exigencias que les hacía a los misioneros que se encontraban en el continente africano. Por ende, los misioneros tenían que penetrar y comprender el ethos cultural de cada pueblo con una actitud del respeto para realizar la misión. De manera particular, el P. José Allamano concebía el lenguaje como un canal indispensable para el conocimiento de la cultura y desde ella mejorar la comprensión de la misma como un desafío misionero.

Esta invitación sigue muy vigente en el día de hoy para los que trabajamos con el pueblo afro. Mientras que nuestros misioneros en el África tenían que aprender la lengua kikuyu, kimeru, kiembu, kiluo etc., el fenómeno afro en las Américas pide un aprendizaje más complejo todavía.
Estamos ante una situación donde la persona del afrodescendiente es un sujeto social y político producto de un sistema homogenizante pensado por y desde el blanco, varón, letrado, de habla Inglés, francés, alemán o castellano etc. Es decir, un sistema discriminatorio por naturaleza. Por esta misma causa, Aparecida nos advierte que hoy, los pueblos afros están amenazados en su existencia física, cultural y espiritual; en sus modos de vida; en sus identidades; en su diversidad; en sus territorios y proyectos… Sufren graves ataques a su identidad y supervivencia, pues la globalización económica y cultural pone en peligro su propia existencia como pueblos diferentes convirtiendo la opción por este pueblo en un verdadero desafío para la obra evangelizadora de la Iglesia. (A 91). ¿Qué otra realidad necesitada de consolación que ésta? El llamado de Allamano de conocer las culturas pasa a otro nivel en este caso. No se trata solamente de empaparnos de las culturas de los afrodescendientes sino también entrar en su mundo, el cual la globalización económica y las políticas públicas de nuestros tiempos les ha asignado.

¿Cuál es el lenguaje de los afrodescendientes? ¿Cómo nos hablan y cómo quieren que les hablemos? No podemos limitar nuestros discursos a la mirada capitalista del consumismo que reduce el lenguaje del afro en la sonrisa, el baile, la música, el deporte y el arte en general. Si contáramos apenas con estas manifestaciones folclóricas culturales, tendríamos que apagar las luces e irnos, porque seríamos nosotros que nos estaríamos consolando en lugar de llevar la verdadera consolación. En el caso de la ciudad de Cali, una vida en casa de madera y de barro y el acompañamiento de lámparas hechas de tarros de aluminio con una mecha de trapo para alumbrar noches oscuras y largas nos tiene mucho que decir sobre la situación en la cual se encuentra nuestra gente.

Así pues, para llegar a captar este lenguaje, necesitamos ahondar nuestro compromiso con la situación vital- afro. Eso implica incluso bajar de las tarimas del folklor e ir a las periferias donde los sistemas políticos y económicos han destinado a estos hermanos nuestros. Hay una voz más allá del tambor y de la marimba que nos invita a llevar la consolación verdadera entre las comunidades negras de Colombia. En el caso de Cali por ejemplo, es esta voz que tendríamos que descifrar de tantos niños afros en los semáforos, de tantas mujeres en las plazas sentadas en cada esquina guardando su esperanza en la venta de unos chontaduros, de la cadena de ciclas por la mañana y al atardecer que inundan la avenida ciudad de Cali de nuestra ciudad por la cual se sale y se viene de trabajar por los pobladores del distrito de Aguablanca etc. La magnitud de esta realidad convierte el campo afro en un terreno aún virgen y donde tendríamos que agacharnos más para que estos pueblos puedan alcanzar un mínimo de consolación en sus luchas de cada día.
Cuando pensamos de lo que implica tener al continente africano como el más pobre del mundo, Haití como el país más pobre de América Latina, chocó como el departamento más pobre de Colombia y el distrito de Aguablanca como el sector más pobre de la ciudad de Cali, tendríamos que hacernos la pregunta ¿Cuál es la relación poder-saber- y color? Es apenas un ejemplo que de pronto nos movería a pensar lo grande que es este compromiso con el cual nos identificamos y por el cual hoy nos llaman Misioneros de la Iglesia Católica- Misioneros de la Consolata.

Nos animemos mutuamente entonces desde nuestra pequeñez a llevar adelante esta tarea tan particular que Dios nos ha confiado con fe y esperanza que un día las comunidades negras encontrarán la consolación verdadera. El Beato José Allamano nos recuerda que en las obras se requiere estabilidad. Vale más hacer un pequeño bien y continuarlo, que comenzar muchas obras grandiosas y dejarlas a medio camino (La Vida Espiritual del P. José Allamano. P. 493).


Diácono Venanzio Mwangi Munyiri, imc.
Pastoral Afro Cali.
03/ 02/ 2009

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